Debido a la importante crisis energética a nivel mundial y el alto precio del petróleo, desde hace algunos años se ha barajado la posibilidad de desarrollar energía nuclear en Chile. Esta idea tiene como propósito central renovar la matriz energética y así promover y sustentar el crecimiento del país; sin embargo, utilizar este recurso constituye un riesgo inminente para la población.
Hay estudios que indican que la energía nuclear es una fuente de energía limpia que no contamina el ambiente porque disminuye el uso de combustibles fósiles y emisiones de CO2, esto implica directamente menos costos para el Estado chileno en materia ambiental, pero ¿qué sucede con los costos en la calidad de la vida humana y la salud de la población?
En las centrales que funcionan con energía nuclear se manejan sustancias muy peligrosas para las personas que trabajan allí y para los habitantes de localidades cercanas, un ejemplo importante es el del uranio, principal elemento radiactivo utilizado en las plantas nucleares. El uranio puede ser inhalado o ingerido a través de agua y alimentos contaminados, los efectos que tiene en una población expuesta a él varían desde alteraciones en distintos sistemas del organismo hasta cáncer y mutaciones genéticas en posteriores generaciones. Por otra parte, Los residuos radiactivos generados durante el proceso de producción de la energía también son altamente tóxicos para las personas y pueden permanecer miles de años en el medio ambiente.
Una pequeña falla humana o una fuga, incluso producida por razones naturales como el reciente terremoto de la zona centro-sur, puede generar consecuencias graves en la salud de la población como las señaladas con el uranio. Existen casos mundialmente conocidos que demuestran esto, un ejemplo es la fuga ocurrida en 1986 en Chernobyl, Ucrania, en donde 31 personas murieron y más de 100 mil debieron ser evacuadas del lugar, resultaron heridas o presentaron problemas de salud a largo plazo después de la exposición a las sustancias radiactivas de la central nuclear. Además los residuos de esta fuga se extendieron a varios países colindantes y causaron desastres en la tierra, flora y fauna local.
Finalmente, al realizar un balance de costo y beneficio, es posible concluir que los riesgos y costos de una población expuesta a elementos radiactivos hoy y a largo plazo, pueden provocar más gastos que los ahorrados al producir energía para Chile a partir de la energía nuclear. Además, la probabilidad de que se produzca un grave daño a los ciudadanos chilenos por una falla humana o natural y de que no se cumplan los estándares de calidad del proceso es muy alta y no puede ser asumida aún por Chile.
Hay estudios que indican que la energía nuclear es una fuente de energía limpia que no contamina el ambiente porque disminuye el uso de combustibles fósiles y emisiones de CO2, esto implica directamente menos costos para el Estado chileno en materia ambiental, pero ¿qué sucede con los costos en la calidad de la vida humana y la salud de la población?
En las centrales que funcionan con energía nuclear se manejan sustancias muy peligrosas para las personas que trabajan allí y para los habitantes de localidades cercanas, un ejemplo importante es el del uranio, principal elemento radiactivo utilizado en las plantas nucleares. El uranio puede ser inhalado o ingerido a través de agua y alimentos contaminados, los efectos que tiene en una población expuesta a él varían desde alteraciones en distintos sistemas del organismo hasta cáncer y mutaciones genéticas en posteriores generaciones. Por otra parte, Los residuos radiactivos generados durante el proceso de producción de la energía también son altamente tóxicos para las personas y pueden permanecer miles de años en el medio ambiente.
Una pequeña falla humana o una fuga, incluso producida por razones naturales como el reciente terremoto de la zona centro-sur, puede generar consecuencias graves en la salud de la población como las señaladas con el uranio. Existen casos mundialmente conocidos que demuestran esto, un ejemplo es la fuga ocurrida en 1986 en Chernobyl, Ucrania, en donde 31 personas murieron y más de 100 mil debieron ser evacuadas del lugar, resultaron heridas o presentaron problemas de salud a largo plazo después de la exposición a las sustancias radiactivas de la central nuclear. Además los residuos de esta fuga se extendieron a varios países colindantes y causaron desastres en la tierra, flora y fauna local.
Finalmente, al realizar un balance de costo y beneficio, es posible concluir que los riesgos y costos de una población expuesta a elementos radiactivos hoy y a largo plazo, pueden provocar más gastos que los ahorrados al producir energía para Chile a partir de la energía nuclear. Además, la probabilidad de que se produzca un grave daño a los ciudadanos chilenos por una falla humana o natural y de que no se cumplan los estándares de calidad del proceso es muy alta y no puede ser asumida aún por Chile.